El aumento de la inflación en España, cuyos motivos son, entre otros, la crisis de la Guerra de Ucrania y el repunte del consumo tras el fin de la crisis del Covid19, está generando ya graves problemas: el precio de la electricidad y el combustible está por las nubes y eso a pesar de las medidas aprobadas por el Ejecutivo para reducir el precio de ambos. Si traducimos esto a cifras, el resultado es que el IPC ha pasado de niveles negativos a finales de 2020 al 9,8% en que cerró marzo, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Este incremento disparado de la inflación tiene un efecto directo sobre el ahorro de los consumidores: a un mayor precio de los productos y servicios, menor es el porcentaje de ingresos que los consumidores destinan al ahorro y, a la larga, menor es su poder adquisitivo.
Qué es la inflación y cómo afecta al ahorro
Para entender todas estas consecuencias, lo primero que debemos hacer es clarificar de qué estamos hablando cuando hablamos de inflación.
La inflación es un indicador económico que se encarga de medir el aumento generalizado de los precios de los servicios y productos básicos de la cesta de la compra. En otras palabras, es un reflejo del equilibrio entre la oferta y la demanda.
La inflación viene determinada por el Índice de Precios al Consumo (IPC), una variable que tiene en cuenta desde alimentos, hasta electricidad, combustible, ropa, pasando por suscripciones a Spotify o Netflix. La fórmula matemática aplicada da un porcentaje que refleja si la vida de los consumidores se encarece o abarata, en definitiva, si aumenta o decrece el poder adquisitivo de los consumidores.
Su funcionamiento es muy básico: Fluctúa según la oferta y la demanda, de tal manera que los precios suben cuando hay un exceso del consumo o poca oferta, y viceversa. No obstante, hay otros aspectos que también influyen en su ritmo de movimiento como, por ejemplo, las rebajas, o el alza del petróleo, que provoca el efecto contrario.
Una vez que tenemos claro qué es la inflación y qué la provoca, toca el turno de citar las consecuencias que puede generar sobre nuestros ahorros: afecta negativamente a éstos de una manera directa: si tenemos que destinar más ingresos al pago de productos y servicios, menos porcentaje va destinado al ahorro. Asimismo, afecta negativamente al ahorro no invertido porque hace que con el paso del tiempo pierda valor.
En definitiva, si el ahorro se mantiene estable y no crece, ese capital con el tiempo va perdiendo valor al incrementarse los precios de productos y servicios.
¿Qué pueden hacer los consumidores para hacer frente a esa inflación?
A nivel general, el mecanismo que disponen los bancos centrales para reducir la inflación son los tipos de interés. Si la inflación se desboca, las autoridades monetarias suben los tipos de interés como está sucediendo en la actualidad en la que ya se observa un incremento del Euribor que en los últimos meses ha pasado de cifras negativas a estar en positivo.
Para ejemplificar esto, al subir los tipos se encarece la financiación y a la larga se pierde poder adquisitivo, los precios suben y el consumo cae.
Para evitar que la inflación arruine la estrategia de ahorro que has diseñado hay que llevar a cabo inversiones y rentabilizar esos ahorros en productos financieros capaces de batir la inflación.
Por ejemplo, si la rentabilidad ofrecida en un producto financiero es del 2,5% y el IPC está en el 1%, el interés real, lo que ganarás, será de un 0,50%. Es decir, para saber el beneficio real tienes que descontar la inflación.
Como consumidores, es importante conocer las opciones de ahorro que existen y llevar a cabo una correcta planificación del ahorro. En esa tarea, GexBrok te puede ayudar y es que, gracias a su nuevo servicio de Asesoramiento financiero y planificación en el ahorro en fondos de inversión, prestado a través del servicio Allianz Activeinvest.
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